Inundaciones urbanas en la Argentina: el caso de Bahía Blanca y la importancia de la cartografía de riesgo

Inundaciones urbanas en la Argentina: el caso de Bahía Blanca y la importancia de la cartografía de riesgo

Por Paula Andrea Zapperi y Mariana Mancino

Inundaciones urbanas: una amenaza creciente en el contexto del cambio climático

Las inundaciones se cuentan entre los peligros climáticos de mayor impacto en áreas urbanas. Lejos de atenuarse, su frecuencia e intensidad tienden a incrementarse como consecuencia de las modificaciones en los patrones de precipitación vinculadas al actual contexto de cambio climático (Wasko et al., 2021; Gründemann et al., 2022; De Luca et al., 2024). Paralelamente, la expansión urbana hacia zonas naturalmente inundables incrementa la exposición de la población frente a este tipo de riesgo. En la Argentina, se estima que una de cada tres personas habita en áreas altamente expuestas a inundaciones, lo que representa al menos 14,2 millones de personas en todo el país (Swiss Re, 2016). Los mayores impactos se registran en localidades del litoral y del centro-este, donde las inundaciones constituyen el 54% de los desastres naturales ocurridos desde 1970. Según el Banco Mundial (2025), el costo económico y social de las inundaciones urbanas asciende a 1.000 millones de dólares anuales. Este fenómeno afecta de manera desproporcionada a los sectores más vulnerables, especialmente a quienes residen en asentamientos informales ubicados en márgenes de ríos y arroyos. Además de las pérdidas materiales, las inundaciones interrumpen el acceso a servicios esenciales como salud, educación y transporte, lo que profundiza la exclusión social y refuerza condiciones estructurales de vulnerabilidad a largo plazo (Banco Mundial, 2023).

Trasladando los principios de la Gestión Integral del Riesgo de Desastre (GIRD) al riesgo de inundación, se pueden distinguir cuatro fases dentro del ciclo que comprende su manejo integral: (1) caracterización de la peligrosidad (evaluación y cartografía); (2) diseño de estrategias de mitigación, que incluyen medidas de prevención como la planificación del uso del suelo y de protección a través de la construcción de obras de infraestructura; (3) manejo de la emergencia a través de la preparación y respuesta y (4) recuperación a corto y largo plazo (Serra Llobet et al., 2016).

En este contexto, el mapa de riesgo no solo refleja la distribución espacial del peligro, sino que se convierte en un documento operativo que guía la toma de decisiones y la implementación de medidas de prevención y adaptación. La cartografía de riesgo constituye una herramienta clave en la gestión de inundaciones, al articular explícitamente la peligrosidad del fenómeno con las dimensiones de vulnerabilidad social, económica y patrimonial.

Mapas de riesgo como instrumentos clave en la gestión integral del riesgo en Argentina

En el año 2016, la creación del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo (SINAGIR) (Ley 27287/16) es un antecedente fundamental en la consideración del mapa de riesgo como un instrumento de gestión. En este marco se conformó la Red de Organismos Científico-Técnicos para la Gestión Integral del Riesgo (GIRCYT) dependiente del entonces Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación en la que el Instituto Geográfico Nacional (IGN) a través de su Infraestructura de Datos Espaciales actúa como la institución responsable de la integración de la información generada por la red. De esta manera, en el sitio web del IGN a través de una estructura de geoportal se ofrece un visualizador de amenazas en el territorio argentino para facilitar la gestión de la información en el marco de los protocolos interinstitucionales que se activan con la emisión de alerta desde el SINAGIR a pedido de las provincias. De acuerdo con el Plan Operativo del sistema, los municipios constituyen la primera línea de respuesta ante eventos adversos. En función de ello, se promueve que los gobiernos locales cuenten con mapas de riesgo actualizados. Por consiguiente, desde la ex Secretaría de Protección Civil y Abordaje Integral de Emergencias y Catástrofes se ha publicado el Manual para la elaboración de Mapas de Riesgo para brindar bases metodológicas al proceso de armado de documentos cartográficos que respondan a las “necesidades básicas de planeamiento” (Ministerio de Seguridad, 2017).

Cartografía de riesgo y participación ciudadana ante un evento extremo: la respuesta a la inundación del 7 de marzo 2025 en Bahía Blanca

El 7 de marzo de 2025, la ciudad de Bahía Blanca fue escenario de un evento meteorológico extremo que se manifestó en precipitaciones extraordinariamente intensas. Según datos registrados por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), entre las 3 h y las 15 h de ese día se acumularon 290 mm de lluvia, con una intensidad promedio cercana a los 25 mm/h. De ese total, 210 mm cayeron entre las 3 h y las 9 h de la mañana, en un lapso de solo seis horas. Este volumen de precipitación no solo superó el récord histórico local (150,9 mm en 1975), sino que, por su magnitud e intensidad, se estima que corresponde a un evento con un período de recurrencia superior a los 100 años (Saucedo, 2025). Los efectos de esta lluvia sobre la ciudad y su población pusieron de manifiesto la necesidad de contar con cartografía de riesgo que respalde las distintas acciones que requiere la gestión de este tipo de eventos. La inundación de los barrios ubicados junto al arroyo Napostá Grande (FIGURA 1) y al canal Maldonado, el anegamiento de áreas residenciales en las zonas más bajas de la ciudad, y los procesos erosivos que provocaron el socavamiento de calles con pendiente (FIGURA 2), pusieron en riesgo la vida de la población y exigieron, en muchos casos, tareas de evacuación de carácter inmediato.

FIGURA 1.Inundación del sector que corresponde al tramo entubado del arroyo Napostá Grande

Figura 1_Zapperi
Fuente:Diario La Nación, viernes 7 de marzo 2025.


FIGURA 2.Colapso del pavimento de una avenida de circunvalación y socavamiento del terreno durante el evento de precipitación del 7 de marzo de 2025

Figura 2_Zapperi
Fuente: Diario La Nación.


En la fase de respuesta, los mapas se revelan como un instrumento esencial al posibilitar la identificación precisa de las zonas críticas, la definición de rutas de evacuación y la ubicación estratégica de los puntos de asistencia. En este sentido, en el contexto de emergencia del 7 de marzo en Bahía Blanca, la cartografía emergió como un recurso clave para la gestión de la respuesta inmediata. De manera espontánea, surgieron iniciativas ciudadanas que, mediante plataformas digitales de cartografía colaborativa, permitieron georreferenciar tanto solicitudes de asistencia como ofrecimientos de ayuda solidaria, tal es el caso de Aguante Bahía (https://aguantebahia.com/) y la aplicación AutoFinder (https://autos.bahia.help/) que fue desarrollada para reportar autos o patentes vehiculares perdidas a causa de la inundación. A su vez, el municipio puso a disposición el sitio web oficial Asistencia Emergencia Bahía (https://asistencia.emergenciabahia.com/), con el fin de localizar puntos de ayuda para personas damnificadas, incorporando información geoespacial en tiempo real como insumo estratégico para la toma de decisiones operativas. Cabe señalar que la articulación entre información geográfica y participación ciudadana no resultó completamente novedosa en la ciudad, ya que existía un antecedente. Se trata de la aplicación de gestión del riesgo INUNDApp, desarrollada por un investigador del CONICET bajo un enfoque de ciencia ciudadana. Esta herramienta fue diseñada inicialmente para los habitantes de la cuenca del arroyo Sauce Corto (Sistema Ventania) y posteriormente adoptada también por la ciudadanía de Bahía Blanca (CONICET, 2018). Estas experiencias ponen de relieve el papel central de la cartografía —en especial, la cartografía digital y participativa— como herramienta clave para apoyar la acción humanitaria y como componente esencial de una gestión integral del riesgo que integre tanto dispositivos institucionales como dinámicas de autoorganización social. En este marco, desde la Universidad Nacional del Sur y a través de una iniciativa de voluntariado, se llevó a cabo un relevamiento en las márgenes del arroyo Napostá Grande y el canal Maldonado, con el objetivo de registrar de manera georreferenciada los daños sufridos y la altura alcanzada por el agua dentro de las viviendas. Con la participación de 60 estudiantes, se tomaron puntos utilizando la aplicación Google Earth, y la información generada fue puesta a disposición de las autoridades responsables de las obras de reparación de la infraestructura hídrica de la ciudad. De este modo, los datos relevados no solo aportan a la etapa de recuperación a corto y mediano plazo, sino que también contribuyen a caracterizar el peligro de crecidas en estos cursos de agua. Desde Instituto Nacional del Agua (Kazimierski et al., 2025) sobre la base de información generada por otros organismos nacionales de ciencia y tecnología (IGN, SMN y SHN) se desarrolló un modelo hidrodinámico para identificar las zonas más afectadas y la dinámica del agua, principalmente en términos de velocidad. Es interesante señalar que la validación de los modelos se realizó con material compartido por la ciudadanía en redes sociales. Paralelamente, la iniciativa internacional Disaster Charter (formalmente conocida como International Charter on Space and Major Disasters), en colaboración con la CONAE, publicó imágenes satelitales de alta resolución espacial que mostraban con gran detalle las zonas que permanecían anegadas, incluso un día después de finalizadas las lluvias. Esta información fue utilizada por la plataforma abierta de datos espaciales de Argentina, Poblaciones.org, para elaborar un mapa de áreas afectadas, el cual fue consultado por organizaciones encargadas de distribuir donaciones.

De la emergencia a la planificación: una cartografía de riesgo con enfoque integral

Lo anteriormente expuesto da cuenta de los diversos recursos cartográficos elaborados para identificar áreas críticas y puntos de asistencia, así como para orientar la asignación de recursos y la rehabilitación de infraestructuras. A dos meses del evento, la ciudad enfrenta el desafío de reconstruirse en un contexto climático que evidencia su creciente exposición a fenómenos meteorológicos de intensidad cada vez mayor. En este sentido, las medidas de recuperación y prevención que se implementen - tanto estructurales (mejoras en los sistemas de drenaje, diques y obras hidráulicas) como no estructurales (actualización de códigos de edificación resiliente, establecimiento de protocolos de alerta temprana) - deberán contemplar los patrones de vulnerabilidad y exposición de la población, con el objetivo de fortalecer la resiliencia urbana a largo plazo. Existen antecedentes en cuanto a la caracterización del peligro de inundación y anegamiento en Bahía Blanca, ya sea desde ámbitos académicos (UTN-FRBB, 2018; Revollo et al., 2025) como de gestión local (IDOM, 2017). No obstante, es fundamental que la visión integral del territorio en el análisis de riesgo y su plasmación cartográfica. En este sentido, si se pretende que el mapa de riesgo funcione como un verdadero instrumento de planificación territorial orientado a la prevención, no puede limitarse a representar únicamente zonas afectadas por inundaciones o niveles de peligrosidad. Es fundamental incorporar dimensiones sociales, económicas y patrimoniales para construir una radiografía cartográfica integral del riesgo en territorios ya ocupados o destinados a usos permanentes. Se trata de una tarea compleja, que requiere enfoques metodológicos rigurosos y un trabajo necesariamente interdisciplinario. Aun así, los impactos recientes de lluvias extremas en Bahía Blanca y en el norte de la provincia de Buenos Aires evidencian con claridad la necesidad urgente de una ordenación del territorio basada en criterios de reducción de riesgos vinculados al cambio climático y a los peligros naturales. En este proceso, la cartografía cumple un rol central al integrar saberes técnicos y conocimientos locales, permitiendo tomar decisiones informadas sobre el uso del suelo y la protección de las comunidades expuestas.

Bibliografía

Autores

Paula Andrea Zapperi.Doctora en Geografía. Auxiliar docente en el Departamento de Geografía y Turismo, Universidad Nacional del Sur (DGyT-UNS). paulazapperi@gmail.com

Mariana Mancino. Doctora en Ciencias Ambientales. Investigadora Adjunta en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). mancinomariana@gmail.com